Guillermo Calvo

Autor: Guillermo Calvo

Fecha: 07/04/2018

Valencia, nuestra bella ciudad, es una de las localidades más importantes de España, tanto por su población, como por su rico patrimonio. De este, se conserva muy poco y se conservaría más, si no se hubiera perdido en el transcurso de los últimos dos siglos. En esta sección hablaremos de los principales edificios que han desaparecido del paisaje de la ciudad, pero no de la memoria de los valencianos.

1. Ciudad amurallada.

Hablemos de las murallas de la ciudad, que como en otros lugares de la misma época, desaparecieron para facilitar el crecimiento y dejar espacio a nuevos barrios. Esta situación la debemos entender dentro del contexto del revolucionario siglo XIX, con su crecimiento económico y su desarrollo insdustrial, en el que las murallas representaban un símbolo del Antiguo Régimen derribado por la Revolución Francesa, quedando solo las Torres de Serranos y Quart, que sobrevieron.

   

Junto a la muralla, la ciudad disponía de espectaculares puertas de entrada, a parte de las de Serranos y Quart, mencionadas anteriormente. Además, hay que mencionar el Portal Nou que, situado donde actualmente se planta la falla de Na Jordana frente al Puente de San José,  fue derribado junto a las murallas en 1868, quedando solamente unos vestigios bajo el túnel que discurre por la Calle Blanquerías.

 

Otra de las puertas que también tenían importancia fueron las del Portal del Mar, que conectaban con lo que hoy son los Jardines de Viveros a través del actualmente peatonal Puente del Mar. Este edificio no está totalmente perdido, ya que hoy en día subsiste una reproducción del mismo de los años 50 en la Plaza del Mar.

2. La Ciudadela.

Hablemos de La Ciudadela, una especie de castillo donde se encontraban los destacamentos militares que defendían la ciudad y que fue destruida en el siglo XIX. Pese a ello, queda en la actualidad testimonio de este uso, con el edificio de capitanía situado en el convento de Santo Domingo. Su pérdida constituye una importante ausencia, pese a que en otras ciudades sucediese lo mismo, pudiendo en este momento subsistir un conjunto arquitectónico comparable al de Ávila.

 

 



 

 

 

3. El Palacio Real.

Otro edificio trágicamente desaparecido fue el Palacio Real que, situado en lo que hoy conocemos como Jardines de Viveros, constituye un conjunto monumental de obligada visita. Este edificio hacía las funciones de residencia del monarca cuando éste venía de visita a Valencia, siendo muy antiguo, ya que fue residencia real en la Edad Media. Usado además por los musulmanes, que lo utilizaban como finca de recreo y continuando con este mismo uso durante siglos, sirviendo en estas funciones a Austrias y Bórbones. El edificio, al igual que en los casos anteriores, desapareció durante el siglo XIX, aunque en este caso durante la guerra de la Independencia. En este contexto los valencianos prefirieron derribarlo para evitar que fuese utilizado por los franceses como baluarte para bombardear la ciudad, aunque de poco sirvió ya que accedieron por otro lado. También hay interpretaciones que sostienen que fue derribado porque, como en los casos anteriores, constituía un símbolo del Antiguo Régimen que había que derribar.

                    

A pesar de lo expuesto antes, los anteriores derribos no nos deben hacer sentir culpables debido a que los valencianos de aquel entonces tenían una mentalidad muy diferente a la de la actualidad, en la que dejar atrás el mundo antiguo representado por la monarquía y el Antiguo Régimen para llegar a un nuevo mundo representado por los valores liberales era un ideal a alcanzar, no constituyendo una excepción Valencia ya que estas mismas posturas las adoptaron otras ciudades españolas y europeas.

4. Avenidas y plazas.

También se destruyó mucho patrimonio en las reformas interiores de nuestro centro histórico. Durante los años 40 y 50 se construyeron espectaculares avenidas para mejorar la comunicación del centro con la periferia mediante el derrumbe de múltiples inmuebles. En este punto hay que referirse a la creación de la avenida de Barón de Cárcer que pretendía prolongarse hasta el Turia o la creación de la Plaza de la Virgen en los terrenos alrededor de la catedral. Junto a ello, también debemos señalar las remodelaciones de la plaza del Ayuntamiento cuyo primer proyecto, obra de Goerlich, fue derribado para dar lugar a la plaza actual, escenario de actos y de las tradicionales “mascletàs”. Además, cabe mencionar edificios que pasaron por la piqueta debido a los derribos, como el Palacio del Embajador Vich, próximo a la Parroquía de San Martín, del cual solo se salvó su espectacular patio conservado en el Museo de Bellas Artes.

                

Este tipo de reformas no fueron exclusivas de nuestro territorio. Proyectos similares se llevaron a cabo en España y en Europa,  siendo el precedente de todas estas iniciativas la reforma llevada a cabo por el barón Haussmann en París, derribando amplios espacios del casco antiguo para crear amplias avenidas, los bulebares, que por medio de grandes vías de comunicación permitían la unión entre los diferentes sectores de la ciudad, llegando la imitación de este tipo de proyectos hasta nuestros días.

     Lo que no tiene perdón, suponiendo una pérdida irreparable en nuestro patrimonio, fueron los derribos realizados desde los años 50 en adelante, motivados por la pura especulación urbanística. En su afán de progreso, supusieron una gran pérdida. Para entenderlo, debemos hablar del contexto de la España de los años 50 y 60, momento en el que se construyó con abundancia permitiéndose dar mucho alojamiento a los españoles que entonces venían del campo a la ciudad pero que, no obstante, muchos promotores aprovecharon para construir allá por donde querían, constituyendo esta situación la llegada del fenómeno del “pelotazo” a la España actual, dando lugar a una enorme desaparición de nuestro patrimonio y una de las causas de la destrucción de nuestras costas. 

5. Otros palacios.

Entre los edificios perdidos en esta época hay hablar del Palacio de Parcent, entre las calles Barón de Cárcer y Eixarchs, del cual subsiste actualmente una puerta en el jardín que hoy ocupa el solar del antiguo palacio,  siendo otra puerta enviada a los Viveros. Otra parte de la ciudad que sufrió innumerables daños se refiere a la actual calle de Colón, que podría tener un aspecto semejante  a la calle de la Paz, recordándonos los primeros años del siglo XX. En este caso se sustituyeron sus inmuebles por edificios contemporáneos de dudoso gusto. En algunos casos parte de este patrimonio se salvó, consiguiéndose su traslado a zonas más seguras. La antigua Iglesia del convento de Santa Catalina, actual Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, fue trasladada piedra a piedra al barrio de Orriols junto al estadio del Levante UD durante los años setanta, ya que en su actual emplazamiento situado en la Plaza de los Pinazo se instalaron los almacenes del Corte Inglés, que compraron el terreno y posteriormente trasladaron el edificio.

                       

 Finalmente, cabe hacer memoria del derribo del Palacete de Ripalda, construido junto a los jardines del Real, que constituía un bello ejemplo de la artificial arquitectura romántica, fue echado abajo por pura especulación urbanística para dejar paso a la finca de la Pagoda, una de las más exclusivas de Valencia pero que desde nuestro humilde punto de vista nunca debió haberse  levantado en ese lugar.

                       

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